martes, 28 de mayo de 2013

NENIKÉKAMEN (HEMOS VENCIDO)

Desde hace dos años soy corredor, aspecto que destaco en mi curriculum personal. Así me siento.

He corrido bastantes carreras de 10 kilómetros y he realizado mi primera media maratón en 2013. Todas las semanas, desde aquella primera carrera en enero de 2012 en la que mentalmente me sentí corredor, no he faltado a mi cita. Mejores marcas, mejores sensaciones, ... una fórmula que me ha ayudado a relativizar desgastes profesionales y a realizar una reflexión práctica de diferentes etapas personales. Sin un fin claro en el horizonte pero como un modo que me sigue conformando.

Y en esta jornada que inicié hace año y medio, como cualquier atleta de fondo, está ella esperándome, la Maratón, la gran prueba olímpica. Una prueba que he estudiado, analizado y que respeto profundamente como deportista.

Pero vayamos atrás en el tiempo y viajemos a 1960. Durante las Olimpiadas de Roma, Abebe Bikila, atleta etíope de la larga distancia se convirtió en un prodigio deportivo conformado a través de una hazaña épica que provoca aún si cabe mayor admiración por la persona. Este atleta que consiguió dos récords del mundo en las dos de las tres maratones olímpicas que disputó fue ejemplo de superación del mundo del deporte al ganar la medalla de oro corriendo los 42,195 kms descalzo.


Su compatriota, Haile Gebreselassie, otro de los grandes fondistas de la historia, lo resumió en su día de esta manera: "Bikila hizo que nosotros, los africanos pensáramos: 'Mira, él es uno de nosotros, si él puede hacerlo, nosotros podemos hacer lo mismo'".

Esta reflexión de "Gebre" y de mi visión de la Maratón no solo la he extrapolado a mi actividad deportiva sino que la pongo en práctica en mi día a día profesional.

Ante cualquier actividad desconocida se nos abren cientos de dudas de cuál será nuestro nivel de respuesta, nuestras capacidades de gestión y los resultados que obtendremos.

Y es aquí, al igual que un entreno, cuando debemos definir nuestras etapas para la consecución del objetivo y ser conscientes de encontrarnos inmersos en la Gran Carrera de Fondo que es nuestra vida. Por comparación, tal y como Haile planteaba, podremos dibujar una línea de crecimiento óptima en nuestra profesión para posteriormente desarrollarla a través de nuestras cualidades únicas. Es fundamental conocer nuestra capacidad de progresión e ir poco a poco exigiéndonos más en cada etapa.

Al igual que el paso por cada kilómetro hasta alcanzar la Maratón, en la actividad profesional no podemos saltar etapas sino que es necesario vivirlas todas. Solo el trabajar cada kilómetro nos acerca a culminar la Maratón.

Ser conscientes de los tiempos que necesita cada etapa es vital para obtener el mejor de los resultados posibles y sólo ahí podremos gritar:

¡¡Nenikékamen!!